-Combatiendo al chisme-
“Es cierto que todos cometemos muchos errores. Pues, sí pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido”.
Santiago 39:1. La Biblia, NTV.
¡Qué cosa más tenaz es no controlar la lengua!😣🙆♀️
(…por acción u omisión..)
Este es mi segundo artículo de la Serie “Honrando la herencia familiar”. ❤😎 En esta oportunidad les hablaré de mis peculiares abuelos maternos, los sin par Carmen y Enrique👵👴🏿. Es un cuento cortito pero muy potente por la moraleja. Soy Maritza Monasterio Figuera y siempre es un gusto para mí invitarlos a leer un poco de mi historia. ¡Por favor pasen adelante!, pónganse cómodos y disfruten. *****************************************
Como les comenté en el primer artículo de esta serie, mi abuelito materno fue pescador y mi abuelita cocinera, ambos nacidos en el oriente caribeño de mi amada Venezuela. 🏝🌞💕
Él un mulato bello, alto, fornido, con voz de trueno, dicharachero, refranero y con una sabiduría innata casi mágica. 🤴🏿
Ella rubia, bonita, exquisita, exigente, súper jodida y afectuosa. 👸
Él con el refrán perfecto siempre a tiro, en la punta de la lengua, súper simpático. Ella, casi siempre escuchando mal, o medio escuchando, peleando todo el día, criando 12 hijos a punta de fogón, esperando al marido pescador y …. dándole duro a la sin hueso (la lengua) con las vecinas….
¡Cosa que mi abuelo detestaba profundamente!🙄😂
- Carmen pon cuidao a lo que te digo...🤴🏿
(así comenzaba sus sentencias mi abuelo, con su voz de trueno en ese cuerpo alto y macizo), .. esa tal fulanita no me gusta. Esa mujer es liosa, te va a meter en problemas.
- Ay Enrique!, tú siempre viendo cosas donde no las hay.👸
¿Resultado? Mi abuela metida en tremendo enredo por algo que ella dijo, pero que no era así, sino que era como la vecina había dicho que le dijo la otra señora que hizo el comentario.🤪🤪
Así más o menos era la dinámica con mi abuela, las vecinas, primas, y luego con las esposas de los hijos y nietos (7 varones casados en varias nupcias, con muchos hijos). Con éstas últimas la historia es para hacer una novela típica venezolana.
Los enredos, malentendidos, disgustos, peleas, reconciliaciones, estiras y encoges que se armaron hasta sus 86 años, fueron tan variados como entretenidos, importantes, fuertes y frugales, subidos de tono e imperceptibles, pero jamás indiferentes. Todo el mundo terminaba enterándose, tarde o temprano, de los líos en los que mi abuela terminaba metida por no controlar la lengua.🤦♀️
Mi abuelo la conocía muy bien. Generalmente procuraba atajarla a tiempo.
El resto de las veces, ya saben, ¡la perdía!🙆♀️😣
Pero es que en esa época no había TV, ni internet, ni redes sociales; mi abuela no estudiaba, ni hacía pilates, o coaching, ni copywriting, NO!, solo criaba y criaba hijos, y luego nietos. Sólo paría y cocinaba. Todas hacían lo mismo.
Ah! Y escuchaba la radio👵📟. ¿Se acuerdan de Petra Bolívar, la que conoció por la protesta sindical? Bueno, así era su vida; muy atribulada, medio escuchando las cosas, deduciendo el resto, concluyendo lo que le apetecía. Dios mío!!
Se metío en todos los rollos posibles, jajajajaj!🤣🤣🤣
Un día cualquiera, ambos ya bien entrados en años y mi abuelo luchando con la enfermedad que lo llevó ante la presencia de Dios, estaba mi abuelita en el porche de la casa, pasando la tarde en su actividad favorita, hablando y hablando con las vecinas. Echando cuentos: criticando a la hija de no sé quiencita que usa los vestidos tan ceñidos que no puede respirar; de la otra que salió preñada soltera; del portugués que le montó cachos a Fátima con la nueva vecina del barrio; del bandolero de fulanito que no trabaja y la mujer lo mantiene, y pare usted de contar!
Hasta que mi abuelito enfermo, cansado, todavía con una voz potente, le gritó a mi abuela desde adentro de la casa:
¡¡¡Coño Carmen cómete la galleta y deja la lata!!!
Los amo: Carmen y Enrique. QEP.💕💕🤴🏿👸👵👴🏿
PD1: nunca conocí físicamente a mi abuelo. No hizo falta. Su trascendencia ha sido tal, que su legado lo han atestiguado mi abuela, mi madre y mis tíos. Hoy procuro inmortalizarlo con mis letras. Así se lo prometí a mi abuela.
PD2: Yo también combato el chisme.
Maritza Monasterio Figuera